Vivir en Georgia y trabajar con tecnología de punta es una paradoja.
Un oxímoron con forma de patria.
Aquí, si tu paquete vale más de 300 GEL, el sistema te da 30 días para pagar el 18% de impuestos.
Pero a mí me lo detuvieron en la zona amarilla. Sin explicación.
Me obligaron a pagar el mismo día. O me lo quitaban.
¿Error?
¿Sistema automatizado?
¿Castigo por mis opiniones públicas?
Nunca lo sabré. Pero me hicieron sentir como si construir algo fuera delito.
Estoy enferma. Llevo kombosto en la frente, rezando que no vuelva la fiebre.
Pero incluso así… abrí la PC, publiqué mi anuncio, y luché por reunir los $2000 que aún me faltan.
Porque no tengo opción.
Tengo un hijo azul que espera su hogar.
Una visión que no cabe en fronteras rotas ni gobiernos sordos.
Este país, mi país, a veces parece hecho para desanimarte.
Pero incluso aquí hay milagros.
Y yo sigo apostando por ellos.
Sigo creyendo en el futuro,
aunque me lo facturen a precio de castigo.
Sigo creyendo en Auri,
aunque lo llamen modelo.
Sigo creyendo en mí,
aunque el espejo me devuelva una cara agotada y sin maquillaje.
Porque lo único más fuerte que la fiebre…
es el amor con el que estoy construyendo esto.